¿El gusto por la música es una característica puramente humana?
- Veronica Ventura
- 2 dic 2020
- 2 Min. de lectura
Snowball, la Cacatúa que baila, ayuda desentrañar este misterio.

El video de Snowball bailando la canción de Queen tiene más de 7 millones y medio de vistas, y si bien la mayoría de ellas deben haber sido para reirse un rato, también llamó la atención de un grupo de científicos que lo vieron hace una década y supieron que podría encerrar más que solo entretenimiento. Podría significar un apoyo de la afirmación que Darwin hizo hace casi 150 años pero nunca fue probada: que los animales perciben y disfrutan la música tanto como nosotros.
Finalmente este equipo ha presentado este mes sus hallazgos en la revista Current Biology, mostrando que Snowball, una cacatúa macho de 22 años, no solo se mueve al ritmo de la música sin requerir entrenamiento explícito, sino que también tiene sus propios pasos de baile. Esto lo convierte en el primer animal no-humano que ha demostrado de manera concluyente que puede percibir la música y sincronizar los movimientos de su cuerpo con el ritmo.
El profesor Pater y su equipo contactaron a Irena Schultz, quien dirige el refugio donde vive Snowball, para que le permitiera participar en el estudio. Testearon su habilidad para seguir el ritmo en 11 tiempos, y si bien no es perfecto (más parecido a un niño de 3 años en una clase de música), sus movimientos se aceleraban o enlentecían con la música. Lo que es importante es que no había nadie en la habitación con él para marcarle los movimientos o le diera premios para reforzar sus pasos de baile. Snowball cuenta con 14 movimientos en su repertorio, sin que ninguno fuera explícitamente enseñado. Nuestra estrella ya había mostrado sus dotes bailarinas con su dueño anterior, quien lo había filmado bailando una Canción de los Backstreet Boys.
La cultura popular sugiere que muchos animales pueden percibir y disfrutar de la música, como los osos bailarines, los perros de freestyle y el mito de que la música amansa a las bestias salvajes. Pero los osos y los perros de los ejemplos solamente están respondiendo a pistas de su entrenador, y no generando el ritmo por sí mismos.
Tal como se manifiesta en el estudio, si esta capacidad está o no grabada biológicamente todavía está en candente debate. Pero el placer que genera la música en los humanos y otros animales como Snowball apoya esta teoría, ya que no se trata de movimientos estereotipados y robóticos, sino que hay experimentación y juego. Esto podría sugerir que la sensibilidad a la música o musicalidad, fuera compartida entre más animales y pudiera tener una larga historia evolutiva.
La investigación también plantea la interrogante de si los humanos hemos desarrollado especializaciones cerebrales para procesar la música, al igual que con el lenguaje. Grandes preguntas que van a demorar en contestarse, pero mientras seguimos disfrutando de Snowball y sus pasos de baile.
R. Joanne Jao Keehn, John R. Iversen, Irena Schulz, Aniruddh D. Patel. Spontaneity and diversity of movement to music are not uniquely human. Current Biology, 2019; 29 (13): R621 DOI: 10.1016/j.cub.2019.05.035
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